Introducción
La neuroplasticidad es la capacidad del sistema nervioso para reorganizarse estructural y funcionalmente en respuesta a estímulos internos o externos, como el aprendizaje, el desarrollo, el daño cerebral o la experiencia (Garcés-Vieira & Suárez-Escudero, 2014). Este fenómeno permite la formación de nuevas conexiones sinápticas, la modificación de circuitos neuronales existentes y, en algunos casos, la reasignación de funciones entre distintas áreas del cerebro.
La neurogénesis es el proceso mediante el cual se generan nuevas neuronas a partir de células madre neurales (Arias-Carrión et al., 2007). Aunque es más activa durante el desarrollo embrionario, también ocurre en el cerebro adulto, especialmente en regiones como el hipocampo. Este proceso implica etapas como la proliferación, migración, diferenciación y maduración de las células, y está vinculado a funciones como la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional.
Seguramente alguna vez has escuchado la frase: "somos arquitectos de nuestro propio destino". Empero, posiblemente también te has topado con muchas otras frases como: "somos autores de una obra cuyo final ya está escrito". Así que, es muy probable que te hayas preguntado: ¿Cuál es la delgada línea que separa ambas frases?, o, ¿qué une a ambas frases? Esta es la historia, desde el rigor de la ciencia, de un pequeño niño futbolero de Madeira que escribió su propio destino, convirtiéndose en el deportista de alto rendimiento con más seguidores en el mundo.
Sin duda, te has topado en redes sociales y diversos medios de comunicación con un sinfín de publicaciones, "reels", "noticias", "tiktoks" y "artículos", acerca de Cristiano Ronaldo Dos Santos Aveiro ("CR7"). Dichas publicaciones lo muestran como uno de los jugadores más controversiales del fútbol: para algunos un ídolo y para otros un arrogante. No obstante, es innegable su actitud determinante, de victoria y resiliencia ante todos los medios de comunicación.
¿Cristiano Ronaldo es un charlatán con suerte, famoso por promover un discurso motivacional de parámetros cuestionables? ¿O realmente existe una fórmula que da cuenta de un ejemplo de superación que trasciende más allá de mensajes de empoderamiento? La respuesta no es tan sencilla.
Hablar de transformación no sólo implica cambios externos; es hablar también de la construcción invisible que ocurre en lo más profundo del cerebro, donde cada experiencia, emoción y hábito deja una huella que, con el tiempo, puede moldear lo que somos. En el caso de Cristiano Ronaldo, su historia representa mucho más que talento o disciplina: es una evidencia clara del poder que tiene el cerebro para adaptarse, reorganizarse y fortalecerse a través de la experiencia. La ciencia lo llama neuroplasticidad, plasticidad cerebral o plasticidad neuronal, que es el potencial que tiene el sistema nervioso para adaptarse en su organización estructural y funcional.
Para el deportista de élite, fue un proceso dinámico que le permitió a su cerebro responder ante los desafíos del mundo futbolero reforzando conexiones sinápticas, reorganizando funciones y creando nuevas rutas neuronales.
Cada entrenamiento repetido, cada error corregido y cada logro celebrado fueron más que simples hitos deportivos: constituyeron estímulos que activaron su corteza motora y cerebelo, perfeccionando el movimiento; su corteza prefrontal: afinando la toma de decisiones, la autorregulación y el enfoque; y su corteza somatosensorial: afinando la percepción corporal. La memoria muscular y el aprendizaje motor, pilares del rendimiento físico, se consolidaron con la repetición constante, fortaleciendo patrones de acción que, con el tiempo, se volvieron automáticos.
Sin embargo, la base de la explicación de este proceso no radica únicamente en los esfuerzos físicos o corporales, pues el mundo emocional jugó un papel esencial y decisivo. La amígdala, clave en el procesamiento emocional, y el hipocampo, asociado con la memoria y el aprendizaje, se activaban intensamente en situaciones cargadas de emoción como finales, goles, derrotas y aplausos. Estas vivencias no sólo marcaron sus recuerdos, sino que potenciaron la formación de nuevas conexiones neuronales a través de la neurogénesis, proceso mediante el cual se generan nuevas neuronas, especialmente en el hipocampo, estimulado por el ejercicio físico, el aprendizaje y otros factores ambientales, como en el caso de Ronaldo.
En situaciones adversas, como el diagnóstico cardíaco en la adolescencia o una lesión crónica en la rodilla, intervino la neuropsicología, disciplina que estudia cómo el funcionamiento del cerebro influye en los procesos mentales y en el comportamiento humano. Ante dichos retos, su cerebro no colapsó, por el contrario, puso en marcha mecanismos de reorganización y compensación, activando circuitos cerebrales relacionados con la motivación, la concentración y el control emocional, todo orquestado por una mente trabajada a la par del cuerpo.
Además, su envejecimiento activo y funcional como deportista de alto rendimiento, incluso a los cuarenta años, es una muestra del impacto positivo de la estimulación cognitiva, el aprendizaje constante, la socialización y el ejercicio físico sobre la neuroplasticidad a lo largo de la vida, demostrando que el cerebro humano no deja de crecer si se le brinda el entorno adecuado.
Así, la vida de Cristiano Ronaldo se convierte en un mapa cerebral en movimiento, donde la interacción entre emoción, repetición, propósito y adaptación construyó no sólo a un atleta, sino a una mente en expansión. Desde esta mirada, la psicología encuentra en su historia un ejemplo palpable del poder de la mente para moldear su propia biología, así que hagamos un breve recorrido.
¡Roma no se construyó en un día… CR7 tampoco!

Ni Roma se construyó en un día, ni el sueño de Cristiano Ronaldo se cumplió de la noche a la mañana, "la plasticidad, en el sentido amplio de la palabra, significa la posesión de una estructura lo suficientemente débil como para ceder a una influencia, pero, lo bastante fuerte como para no ceder completamente de inmediato" (James, 2024, p. 120). Tal como un edificio se levanta a partir de cimientos firmes, planos precisos y una voluntad constante de mejora, así también se forja una mente capaz de superar límites, en el caso de Cristiano, su historia no sólo habla de talento y disciplina, sino de un proceso profundo de transformación cerebral: un ejemplo viviente de neuroplasticidad.
El futbolista comenzó su construcción personal a los ocho años, jugando en el club Andorinha, donde trabajaba su padre. Más que talento nato, fue la repetición, la constancia y el entrenamiento los que fueron moldeando sus habilidades. En términos neurocientíficos: "su cerebro se fue adaptando al esfuerzo: las conexiones neuronales se reforzaban cada vez que entrenaba, cada vez que fallaba y lo intentaba de nuevo, esa es la esencia de la neuroplasticidad, la capacidad del cerebro para reorganizarse y fortalecerse a través de la experiencia o repetición de los actos".
Cuando a los doce años se mudó solo a Lisboa para jugar con el Sporting Club, se enfrentó a dificultades económicas, personales y sociales, pero, su cerebro lejos de quebrarse comenzó a ampliar su estructura emocional y cognitiva, pues, se adaptó al nuevo entorno, desarrolló resiliencia y reforzó su enfoque, esta adaptación es comparable a reestructurar un edificio manteniendo sus cimientos, como lo hace el cerebro al reasignar funciones o fortalecer áreas necesarias para el desarrollo de ciertas habilidades.
A los quince años un diagnóstico cardíaco amenazó con terminar su carrera, pero, tras una operación y su inquebrantable voluntad de continuar, regresó más fuerte, esto es el claro ejemplo de otro aspecto clave del desarrollo cerebral, es decir, la neurogénesis, entendida como la creación de nuevas neuronas, que en Cristiano se tradujo en una nueva etapa de crecimiento físico, emocional y mental, producto del esfuerzo constante, el apego a una serie de hábitos y un plan de entrenamiento para mejorar sus dotes futbolísticos.
¡Consagración!
A los 18 años fue fichado por el Manchester United, luego, llegó a la Eurocopa 2004 con su país y en 2008 obtuvo su primer Balón de Oro, un año después vino su consagración en el Real Madrid, donde ganó varios títulos y batió múltiples récords, todo esto fue posible gracias a un proceso sostenido de entrenamiento, repetición y auto exigencia, pero, más allá del esfuerzo físico, cada gol, cada entrenamiento, cada derrota, cada logro, cada halago y cada abucheo, fue también un estímulo emocional intenso que su cerebro registró con atención. La neuroplasticidad y la neurogénesis no sólo responden a la repetición mecánica o la práctica constante, sino que las emociones desempeñan un papel fundamental en se proceso, las experiencias cargadas de emoción, sean de triunfo, o, de adversidad, tienen un impacto mucho más profundo en el cerebro, activando regiones fundamentales en el cerebro como lo son el hipocampo y la amígdala, que juegan un papel esencial en la formación de nuevas conexiones neuronales y en ciertos casos, la creación de nuevas neuronas.
En la historia de Cristiano, cada momento emocional, desde la presión de una final, la euforia de un gol, o, la frustración de una derrota, actuaron como potenciadores para su desarrollo cerebral, estas vivencias no sólo fortalecieron su mente deportiva, sino que también reforzaron su memoria, concentración, motivación y resiliencia, capacidades que se construyen, precisamente, cuando se entrelaza lo que se siente con la capacidad para aprender y ajustarse a nuevas situaciones. En otras palabras, su cerebro se transformaba porque su corazón también estaba involucrado, si bien, el entrenamiento físico fue esencial, sin la carga emocional que lo acompañó, no habría alcanzado la misma profundidad de transformación, así, el deportista no sólo entrenó su cuerpo, también cultivó su mente en un entorno donde emoción, hábito y propósito se unieron para construir al atleta y al ser humano que es hoy.
Incluso cuando en 2014 fue diagnosticado con tendinosis en la rodilla, una lesión que bajo la lupa de la ciencia carecía de cura, su cuerpo y mente respondieron con la misma lógica neuroplástica: adaptarse, compensar, evolucionar; en lugar de decaer, siguió luchando, logrando obtener más títulos, más Balones de Oro, tan es así, que, en 2016 llevó a Portugal a ganar su primera Eurocopa, otra hazaña que no sólo representa una victoria deportiva, sino un triunfo para su desarrollo personal.


¡El máximo goleador de la historia!
Hoy, con 40 años, el futbolista lusitano continúa siendo deportista de alto rendimiento, pues, a la fecha es el máximo goleador de la historia del fútbol profesional y sigue siendo un jugador clave en su selección y en su club. Su edad, lejos de ser un límite, se ha convertido en una plataforma, esto fue así gracias a que durante todos esos años se dedicó a reforzar y adaptar sus hábitos a las exigencias del mundo del fútbol. La ciencia lo explica, un cerebro estimulado como el suyo, que nunca ha dejado de aprender, entrenar, competir y socializar, se mantiene activo, regenerativo y funcional Cristiano Ronaldo no sólo es un ejemplo de éxito deportivo, es una muestra clara y poderosa de cómo el cerebro humano, mediante la neuroplasticidad y la neurogénesis, puede reinventarse, fortalecerse y crecer independientemente de la edad, e incluso jugando a su favor.
Su historia es un claro ejemplo de la de un edificio que nunca se terminó de construir, porque cada día se amplía, se mejora y se adapta, como el propio fútbol que vive en constante evolución, así es la mente del jugador que convirtió su biología en leyenda y así podríamos verlo y aplicarlo en la nuestra. Desde la psicología, la vida de este jugador no sólo inspira, sino que también ofrece un marco de gran relevancia para comprender cómo los procesos cerebrales pueden ser guiados por la experiencia la emoción y los hábitos.
¡De CR7 para la psicología y el mundo!
En psicología, casos como el de Cristiano Ronaldo resultan especialmente valiosos porque permiten llevar al terreno de lo concreto conceptos que a menudo parecen lejanos o demasiado técnicos, como la neuroplasticidad, o plasticidad cerebral, y la neurogénesis. Su trayectoria demuestra que la capacidad del cerebro para adaptarse, fortalecerse y reorganizarse no es una hipótesis de laboratorio, sino un proceso vivo que puede observarse, medirse y potenciarse, y que el papel del psicólogo es clave para acompañar, guiar y potenciar esos procesos de crecimiento.
La neuroplasticidad, entendida como la habilidad del cerebro para modificar su estructura y funcionamiento a partir de la experiencia, se manifiesta en la disciplina férrea de Ronaldo: en la repetición incesante de movimientos, en la corrección de errores y en la búsqueda constante de la excelencia. De este modo, consolidó memoria muscular y aprendizaje motor, fortaleciendo redes neuronales que hicieron automáticas sus respuestas y perfeccionaron su control sobre el cuerpo. Este desarrollo involucró regiones como la corteza motora, el cerebelo, la corteza prefrontal y la corteza somatosensorial, cada una afinando habilidades esenciales como la coordinación, el enfoque y la percepción espacial.
A ello se sumó la influencia decisiva de las emociones. La amígdala, encargada de procesar la carga emocional de cada momento, y el hipocampo, fundamental para la memoria y el aprendizaje, se activaron intensamente en situaciones como finales, goles, derrotas o victorias históricas. Estos picos emocionales no solo fortalecieron su carácter, sino que impulsaron la neurogénesis en el hipocampo, favoreciendo la creación de nuevas neuronas gracias a un entorno enriquecido por el ejercicio, la motivación y el aprendizaje continuo.
Su carrera también evidencia el poder de la estimulación cognitiva mantenida en el tiempo: un cerebro desafiado de forma constante por el entrenamiento, la competencia y la interacción social mantiene su plasticidad y capacidad de adaptación, incluso en etapas donde muchos considerarían que el rendimiento debe disminuir.
La neuropsicología permite explicar cómo ante lesiones o problemas médicos el cerebro de Ronaldo no se limitó a compensar deficiencias, sino que reestructuró sus funciones para optimizar el rendimiento, activando circuitos como el sistema dopaminérgico (motivación), el sistema reticular activador ascendente (atención) y redes implicadas en el control emocional.
Para el psicólogo, historias como la de este brillante deportista son fundamentales porque permiten traducir conceptos complejos, como la neuroplasticidad y neurogénesis, en ejemplos tangibles de transformación humana, ya que, nos recuerdan que el potencial de cambio no es una abstracción teórica, sino una realidad observable y que nuestra labor profesional puede ser justamente la de acompañar, facilitar y potenciar esos procesos de construcción personal. Así que, ¿qué esperas para ser el Cristiano Ronaldo de tu propia historia?

