Por: AMAAR ALESSANDRA CUELLAR GAMA
Docente Preparatoria UC.
La Filosofía es aspiración a la totalidad. Esta ha surgido gracias a la curiosidad humana. Buscar la respuesta a preguntas inquietantes acerca de la verdad, el ser, la existencia del todo, nos ha llevado a lograr asombrosos descubrimientos, a evolucionar en todo aspecto. La tendencia a investigar, a conocer el sentido último de las cosas, ha existido en el hombre a lo largo de toda su historia. Ahora tan sólo vemos destellos que nos incitan a proseguir en la búsqueda del por qué de todo, somos curiosos, pero actualmente, entre tanta máquina y nuevas tecnologías, ha habido un gran desequilibrio, no hay mucha manifestación de interés en los jóvenes sobre la búsqueda constante, este eterno e insatisfecho, este hambriento sentir de la reflexión y conocimiento.
En un mundo donde la tecnología está transformando a pasos agigantados y a un ritmo vertiginoso todos los ámbitos sociales, debemos recuperar el primero de todos los saberes, el conocimiento de sí mismo, el saber que nos prepara para vivir y contribuir a la sociedad. La educación debe eliminar esa forma de pensar que lleva a analizar el progreso y el proceso de aprendizaje de una manera lineal y que no permite integrar otras identidades sociales, otras manifestaciones culturales de la vida, emociones. Las nuevas experiencias que quiere brindar una escuela que quiere diferenciarse, deberían buscar alternativas distintas en la línea de una enseñanza más sensible, dinámica, exploratoria, creativa, donde el protagonista del saber: el maestro, la maestra, comparte su conocimiento con otras instancias, materias, actividades que estén fuera del aula escolar, pero que sensibilicen el panorama, las tantas posibilidades de cómo generar interés y pasión por el tema.
Para muchos profesores y estudiantes, la filosofía ha sido considerada como una asignatura tediosa y abstracta; en efecto, la filosofía es mucho más que una materia, la filosofía en la educación exige la superación del quehacer docente como rutina, e invita a debatir, pensar, discutir y producir ideas sobre todos aquellos fenómenos que ocurren en el aula.
Pocos docentes realizan un diagnóstico, no sólo sobre los temas a tratar en determinada unidad curricular, sino sobre sus mismos estudiantes, ser observador e identificar rasgos destacables en los alumnos, puede ayudar mucho a definir cómo funcionan entre compañeros, las relaciones, la empatía, sus habilidades, sus gustos, sus valores, el estado de su personalidad o quiénes son como individuos y a establecer un ranking genérico antes de proceder en el aprendizaje; en efecto, si se decide incorporar las experiencias de los y las estudiantes habrá que saber qué es lo que ellos saben, no sólo sobre la materia, sino sobre ellos mismos; dicho de otro modo: el maestro o maestra debe poseer un saber previo sobre su alumnado, cosa que con frecuencia no se toma en cuenta y se parte de una equívoca realidad: el alumnado no sabe.
La creatividad en la docencia debe constituirse a partir de las necesidades que nacen en el aula, y para responder a ellas no se puede recurrir a lo tradicional, ni a la planificación, ni mucho menos a los libros de texto o información digital; es necesario romper el molde e ir creando una agenda paralela. La creación de nuevas fórmulas de evaluación, descubrir las potencialidades de los alumnos y alumnas, interactuar con otros sectores y actores, dará pie a hablar de “Innovaciones Educativas”, siempre debería existir algo nuevo por lo menos en cada semana escolar; este es el reto de la y el docente, autoevaluarse y preguntarse: ¿cuál fue mi innovación en esta semana?, y si no la hay preocúpese, su mística docente está en crisis, ya que brinda rutina, aprendizaje memorizado, estrés y desinterés al alumnado.
El conocimiento parece ser un patrimonio de la informática y no de lo humano; las computadoras resuelven todo y lo que se requiere son simples habilidades y destrezas. El conocimiento absoluto en la palma de tu mano, tenemos tanta información que no sabemos qué hacer con ella, nos abruma, nos bloquea. Necesitamos incentivar la investigación en estas nuevas generaciones, ya que tienen todas las facilidades al alcance de un clic.
Es importante mencionar, que como personas estamos perdiendo la capacidad de “asombro” lo que dificulta enamorarse en el proceso de obtención de cualquier conocimiento; conocer implica: asombrarse, problematizar, conceptuar y solucionar, ésta también es la base de la ciencia; así lo hicieron los filósofos presocráticos.
El docente tiene que sacar provecho de los contrastes en creencias, habilidades, gustos y valores para inmiscuir a los alumnos en un juicio existencial, en donde ellos mismos sean los protagonistas cercanos al hecho. No basta con que los estudiantes comprendan el concepto visto en clase, dibujen algo referido al tema o participen activamente en un ejercicio didáctico; para que puedan impregnarse sustancialmente del tema, sino que tendrán que vivenciarla y luego reflexionar sobre ella, experimentar y sentir es parte del saber.
Docentes, no olvidemos que fuimos estudiantes, que ya vivimos las 2 caras de la moneda, sin importar la materia, debemos trascender a un ritmo récord y con nuevas herramientas y metodologías que atrapen al alumnado y los sensibilice, sacarlos de su zona de confort. En otras palabras, el docente para estas nuevas generaciones, no puede seguir conformándose con ser simplemente un mediador intermedio, meramente ejecutor de un programa y transmisor de unos determinados conocimientos, sino que debe desarrollar competencias, tanto profesionales como personales, que lo conduzcan a sumergirse, de forma cada vez más profunda y activa, en el proceso mismo de enseñanza –aprendizaje.
Todo esto no podrá ser alcanzado mediante nuevas titulaciones o la con creación de nuevas especialidades o capacitaciones, sino, a través del desarrollo de nuevas cualidades personales, estilos, maneras de “ser” y de “hacer”, que permitan el nacimiento de una nueva generación de profesionales, que surjan del seno de nuestras casas de educación, con amplias capacidades para adquirir y usar el conocimiento, un profesional con sólidas ventajas competitivas, auténticas, llenas de valores y personalización, que brinde distintivas formas para enfrentar los retos e innumerables desafíos para su ámbito personal y laboral.
Soy nueva en éste ámbito de la docencia, pero no cuando se trata de transmitir mi sabiduría y conocimiento. Recuerdo perfectamente los docentes que me llegaron a marcar a lo largo de mis estudios, su contagiosa energía y emoción en sus explicaciones a pesar de haber tocado el mismo tema durante sus años profesionales, ustedes me inspiran, anhelo mezclar su originalidad y pasión, con la filosofía y la creatividad en esta nueva era para la educación.
Villanueva, J. (2006) La filosofía y la formación docente hacia la construcción y consolidación de una praxis educativa más consiente, crítica y participativa.
Picardo. O. (2008) Educación y Realidad: Introducción a la Filosofía del Aprendizaje