Muchas veces, tenemos ideas equivocadas sobre el efecto que tiene lo que comemos en nuestro cuerpo. Por ello, aquí te presentamos algunos mitos y realidades que pueden ayudarte a mejorar tus hábitos alimenticios.
No creas todo lo que encuentras en internet, la mejor recomendación debe venir de un profesional del área, en este caso un nutriólogo.
El pan es un alimento rico en hidratos de carbono, que aporta gran parte de las calorías básicas que se necesitan para vivir. Te hará subir de peso, si la cantidad ingerida sobrepasa las necesidades diarias requeridas. En cambio, si prefieres las versiones integrales o si las porciones son limitadas y los agregados son bajos en grasas y bajos en calorías, el pan te aportará los nutrientes y energía que necesitas, será un alimento que podrás consumir a diario sin tener que eliminarlo de tu dieta.
Los productos light pueden recomendarse cuando forman parte de una dieta para bajar de peso, como una manera de incluir alimentos, que en su forma original, tienen un alto contenido calórico (azúcar añadida, alto en grasa, etc). Un producto light significa que se le redujo un 30% de las calorías totales de su equivalente convencional, pero esto no los convierte en adelgazantes, por lo que no deben ser consumidos de forma libre, sólo le darán variedad a tu dieta.
3. Las grasas vegetales son más sanas
Muchos productos son recomendados por el simple hecho de contener «aceites vegetales», lo que podría confundir al consumidor, ya que no todos los aceites vegetales tienen efectos benéficos a la salud. La composición de los aceites vegetales no es estándar, varía en el aporte de ácidos grasos saturados, monoinsaturados y poliinsaturados, depende de la fuente de origen, ya sea vegetal, semilla, planta o fruto, aportando cada uno diferentes beneficios nutricionales.
Cuando se trata de aceites vegetales, como el aceite de oliva o pepita de uva, son considerados aceites que contribuyen a la salud cardiovascular, sin embargo al resto de los aceites vegetales no se le atribuyen estos beneficios extras, por ejemplo, cuando la grasa vegetal se encuentra en estado sólido o cuando contienen grasas saturadas procedentes del aceite de coco y de palma son incluso perjudiciales para la salud cardiovascular, ya que tienen la capacidad de aumentar los niveles de colesterol sanguíneo.
El dejar de comer no sólo no ayuda a perder de peso, sino que provoca el aumento del mismo, esta práctica incrementa el tejido adiposo. La mejor opción para llegar a un peso saludable es comer tres veces al día, realizar dos colaciones, practicar alguna actividad física e hidratarse adecuadamente. Una dieta pobre en cantidad y calidad, tanto de calorías como de nutrientes, puede ser causa de disminución del tejido muscular, ser factor de riesgo para presentar diabetes mellitus, hipertensión arterial e incluso síndrome metabólico, son algunas de las consecuencias de no llevar una dieta completa y balanceada.
La fruta NO favorece a la obesidad si se consume en cantidades correctas, al contrario, ayuda a combatirla. La fruta nos ayuda a sentir saciedad, gracias a su alto aporte de fibra, esta saciedad favorece a las dietas en las que que se busca reducir la ingesta de comida.
Otra de las razones por las que escucharás que la fruta engorda es por el azúcar que contiene, fructosa, si consumimos fruta en exceso, aportaremos a nuestro organismo exceso de fructosa, la cual se convierte en energía, que si no la utilizamos, se almacenará como grasa en nuestro cuerpo. Es por esto que se recomienda ampliamente su consumo, pero siempre en las cantidades adecuadas.